No esperes al desastre

Seguro que te ha pasado más de una vez que has ido aplazando un problema o situación y al final ha acabado explotando de la peor forma posible.

Es una acción bastante común y que realizamos desde bien pequeños. Cuando tenemos un reto que nos resulta complicado generalmente tenemos la costumbre de ir aplazándolo para más tarde. Sin embargo, el resultado de aplazarlo y no enfrentarnos de frente desde el primer momento acaba complicándolo mucho más.

A veces no es necesario que sea una gran reto, si no que pequeñas tareas que la pereza no lleva a ir dejando y que al final se acaban convirtiendo en un problema.

Es importante que nos acostumbremos y que acostumbremos a nuestra mente a enfrentarnos a las cosas desde el primer momento y no dejar las cosas aplazadas hasta que ya no tengan solución o la solución sea mucho más complicada. Muchos estudios reflejan el beneficio personal en entrenarnos en superar estos pequeños retos. Algo tan básico como poner la alarma para madrugar y levantarnos a la primera es una simple acción que entrena tu mente a no aplazar los problemas.

Al final cada uno se va haciendo su camino en la vida y las acciones que realizamos son las que nos van a llevar por un  camino u otro. 

Para que entiendas un poco la diferencia te pongo un ejemplo. Imagina tres trabajadores de una empresa que cada mes factura menos y va despidiendo gente poco a poco. Uno de los trabajadores ha decido que una vez que termina su jornada laboral va a seguir trabajando por su cuenta para crear una empresa similar con todo lo que ha aprendido estos últimos años, para que si llegado el momento le despiden ya tenga su propia empresa. Otro de los trabajadores lleva semanas enviando su CV a empresas similares y realizando entrevistas de trabajo para que no se quede sin trabajo. Y por último, el tercer trabajador decide no hacer nada, sólo quejarse de la empresa y de los despidos que realiza. 

¿Te puedes imaginar como termina todo?

Al cabo de los meses el primer trabajador ya había montado su empresa cuando fue despedido y al poco tiempo ya estaba ganando más dinero incluso del que ganaba. El segundo trabajador consiguió otro trabajo en la empresa de la competencia ganando el mismo sueldo que tenía. Y el tercer trabajador finalmente fue despedido, y ahora mismo está sin trabajo. Por su edad le está costando encontrar trabajo y dedica su tiempo a quejarse de todo en las redes sociales. 

Creo que es un ejemplo claro de lo que implica no aplazar las cosas y actuar a tiempo. Y un claro ejemplo de que nuestras acciones nos llevan por los diferentes caminos de la vida. No seas como el tercer trabajador. No esperes al desastre.

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